En una revista dominical, Eduardo Punset se pregunta por qué han tenido tanto éxito los debates electorales. Los compara con el fútbol, con los toros, con la guerra civil… Creo que unos 13 millones de españoles han seguido los debates por la novedad (15 años sin algo parecido), el supuesto empate técnico entre las dos principales opciones, el espíritu de confrontación…
También en El Mundo, Pablo Jáuregui entrevista a Gerd Gigerenzer, director el Centro de Comportamiento Adaptativo y Cognición del Instituto Max Planck de Berlín. Acaba de publicar el libro Decisiones instintivas: la inteligencia del inconsciente y ha hablado en Madrid en un ciclo de conferencias (“¿Por qué somos como somos?”), patrocinado por la Fundación Banco Santander. Son intuitivas decisiones como con quién casarnos, qué profesión elegir… o a quién votar. En sus palabras: “He investigado esta cuestión en Alemania, y lo que hemos comprobado es que la mayoría de la gente basa su voto en una cantidad muy pequeña de información. Mucha gente vota por lealtad a un partido, sin pensárselo. Para mí, lo ideal sería una ciudadanía para reflexionar sobre las cuestiones principales que están en juego. Sin embargo, cuando llega el momento de votar, al final la gente toma una decisión visceral, basada en lo que dice su intuición. Esto es inevitable porque, aunque pudiéramos recopilar toda la información posible sobre los partidos y sus propuestas, en última instancia, hay que optar por los políticos que nos inspiran más confianza. Y eso en buena medida es una decisión intuitiva”.
La confianza es una “cuenta corriente emocional”, como propugnó en su día Stephen Covey. Con sus reintegros y sus depósitos. No conviene confundir lo visceral (del cerebro del reptil) con lo emocional (el cerebro de los mamíferos).
Pedro J. Ramírez, en el editorial de El Mundo, compara al líder de la oposición con Adlai Stevenson (que perdió contra Ike Eisenhower en dos ocasiones). Muy brillante, pero no inspiró la suficiente confianza. ¿Vidas paralelas?
En el mundo de la empresa, El País Negocios recoge el informe anual de la consultora de RRPP Weber Sándwich sobre rotación de los consejeros delegados. La rotación pasó del 10% en 2006 al 15% en 2007 (por tanto, la “esperanza de vida” como CEOs es de unos 6 años, cuando el año anterior era de 5 meses más). Además, los motivos de rotación “tradicionales” como jubilación o plan de sucesión previamente establecido, ha pasado del 59% en 2006 a 46% en 2007, en tanto que la sucesión en contra de su voluntad ha pasado del 28% al 32%. Entre las primeras 500 compañías del mundo, 81 cambiaron de consejero delegado (74 en 2006). Según Leslie Gaines-Ross, responsable de Reputación de la mencionada consultora, los resultados son consecuencia de “un estancamiento en los mercados, una competencia feroz y un entorno de negocio complejo”. Obviamente. Citando a Shakespeare: “los barcos están más tranquilos en el puerto, pero no es para eso para lo que fueron creados”.