– El optimismo, característica dispositiva (Michael Scheier y Charles Carver) o estilo explicativo (Christopher Peterson y Martin Seligman), con sus dimensiones de Personalización, Permanencia y Persistencia. La defensa del optimismo flexible o inteligente. Beatriz Vera escribe: “Hay decisiones que requieren tomarse en estados de alerta propios del pensamiento frío y racional del pesimismo, no en estados de euforia, y que demandan ser precavidos y tener en cuenta todos los riesgos; otras situaciones, en cambio, se benefician de pensamientos positivos y optimistas, de tener la moral alta, confiar en uno mismo y borrar de la mente, dentro de lo razonable, las previsiones negativas sobrevaloradas”.
– La felicidad, desde los planteamientos de Aristóteles en su Ética a Nicómaco a las aportaciones de Daniel Kahneman. Beatriz repasa los mitos del “tonto feliz” y el “genio depresivo”: “aunque no faltan casos de artistas depresivos, la lista de genios sanos es muchísimo más larga, por lo que establecer una relación causa-efecto entre genio y esos trastornos carece de fundamento”. Como Kahneman, Seligman rechaza la base hedonista de la felicidad y distingue entre placeres (de componente sensorial y emocional) y gratificaciones (momentos duraderos). Diferencia la vida placentera, la buena vida (emociones positivas) y la vida significativa (con gratificaciones): es por la que merece la pena luchar.
En La auténtica felicidad, Seligman nos propone la fórmula F = R + C + V; la Felicidad duradera es la suma de R (rango fijo, felicidad heredada), C (circunstancias externas) y V (variables internas: extraversión). ¿Qué circunstancias externas? Según Chris Peterson (2006), son variables de nulo o escaso impacto en la felicidad la edad, el género, la educación, la clase social, el salario, la etnia, la inteligencia o el atractivo físico; de impacto moderado: el número de amigos, el matrimonio, la religiosidad, el tiempo de ocio, la salud física, la extraversión, el neuroticismo (negativamente) o el locus de control interno; de alto impacto la gratitud, el optimismo, tener un trabajo, la actividad sexual, el afecto positivo, los gemelos y la autoestima.
– El sentido del humor: Beatriz Vera cita a Norman Cousins (1964), a nuestro compatriota Eduardo Jáuregui y a William Fry (“El humor es un signo de democracia”). La risa genera endorfinas, hormonas de la felicidad.
– Fluir (flow), concepto de Mihaly Csikszentmihalyi. Los ocho parámetros del “flujo” (yo prefiero llamarlo fluidez) son Unión (integración en la actividad), Concentración, Control (ausencia de preocupaciones), Pérdida de la consciencia, Distorsión del sentido temporal, Valor de la, experiencia por sí misma, Valor de las capacidades personales y Metas/feedback. Se distingue entre ocio pasivo (la tele) y ocio activo (leer, hacer deporte). Para el 91% de los españoles, ver la TV es la principal ocupación del tiempo libre. Csikszentmihlayi considera “personalidad autotélica” a la tendencia a disfrutar de la vida. Un 15% de la población es incapaz de fluir.
– Resiliencia y crecimiento postraumático: los franceses Michel Mancioux y Boris Cyrulnik definen la resiliencia como la capacidad de una persona o un grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas graves. Se obtiene a partir de un recuerdo selectivo (lo positivo), asumir que en la vida también influye la suerte, compararse con los demás (para ver lo positivo) y percibirse como superviviente.
– Las fortalezas personales: Seligman ha retomado el concepto de personalidad como conjunto de rasgos, que llama fortalezas. Ha elaborado un cuestionario, el VIA, de 24 fortalezas en 5 virtudes: sabiduría/conocimiento, coraje, humanidad, justicia, moderación, trascendencia. Seligman y Peterson crearon en 2004 el CSV (Characters, Strengths and Virtues), versión “positiva” del DSM (Diagnóstico de enfermedades mentales) de 1952. El CSV es un manual de unas 1.000 páginas.
– Terapia positiva: es el ámbito de la psicología aplicada. En 1945 no existía ninguna enfermedad mental; hoy hay decenas diagnosticadas y 14 con tratamientos para aliviar los síntomas. Ahora bien, “por muy eficiente que sea una técnica de intervención, nunca supera un 65% de éxito”, en tanto que el efecto placebo tiene una eficacia que oscila entre el 45% y el 55%. Seligman y Peterson proponen “ejercicios de felicidad” como la “visita de gratitud” (o carta de gratitud), escribir en un diario las 3 cosas buenas del día, ayudar a los demás (da más satisfacción que el placer personal), regalar tiempo a quienes queremos, escribir el propio legado, desear de corazón un buen día a los demás o valorar el propio pasado.
– El futuro de la psicología positiva: Beatriz Vera se refiere a los pasos a dar y retos para el futuro. Menciona la dura crítica de Richard Lazarus (2003). Desde 1897 hasta 2000 se han publicado 70.856 artículos científicos sobre depresión y 2.958 sobre felicidad. Y concluye: “La psicología positiva no está mostrando signos de marchitarse. En realidad, ahora es más relevante que nunca”.
Por la noche fui con José Antonio a ver Cobardes, de Juan Cruz y José Corbacho. La sinopsis de la peli es la siguiente: “Gaby es un chaval de catorce años que tiene miedo a ir al colegio. Tal vez su miedo sea a causa de Guille, un compañero de clase, que por su parte tiene miedo a defraudar a su padre. Pero los padres de Gaby y Guille también tienen miedo. Joaquín, el padre de Gaby tiene miedo a perder su trabajo y Merche, su madre, miedo a que su familia se desmorone. Guillermo, padre de Guille, tiene miedo del poder que le envuelve y Magda, su madre, miedo de no conocer a su propio hijo. Y después está Silverio, el dueño de la pizzería, que no le tiene miedo a nada. Bueno… tal vez a Dios. ¿Y tú? ¿De qué tienes miedo?” Nos encantó.