2. Objetivar el despido por causas económicas
3. Adiós a la plurianualidad de los convenios colectivos
4. Interrupción de las cláusulas de revisión salarial
5. Movilidad laboral y geográfica
6. Atajar las demoras en los pagos de la Administración
7. Recortar el gasto corriente
8. Abogar por el pago del IVA sólo de facturas cobradas
9. Bajar el Impuesto de Sociedades
10.Reducir las cotizaciones sociales
“Estas diez medidas constituyen en sí mismas un plan anticrisis de efecto rápido, que puede dinamizar la economía española a corto plazo y, cuando menos, evitar un declive mayor y más veloz del que se está produciendo. Y no son arduas tareas en relación a su contrapartida, ni tampoco su puesta en marcha requiere demasiado tiempo”, podía leerse en El Economista.
Y hoy en Expansión, el economista César Molina subraya en ¿Qué reformas necesitamos? que entre 2001 y 2008 la economía española ha perdido casi un 30% de competitividad respecto a la alemana y propone ocho reformas:
– Reforma de la justicia
– Reforma educativa (30% de fracaso escolar, que alcanza el 40% en el sur de España)
– Reforma de pensiones
– Simplificación administrativa
– Reforma del mercado de alquiler de viviendas
– Restauración del mercado interior (no 17 autonómicos)
– Desamortización (privatización) de las cajas de ahorro
– Reformas en los mercados de trabajo, servicios y energía
Y recuerda que el Financial Times aconsejó a España que volviera a especializarse en la agricultura (vaya broma).
En definitiva, lo que proponen los expertos de uno y otro diario es reducir impuestos (IVA, IS, cotizaciones sociales…), abaratar el despido (EREs, causas económicas), bajar los salarios (plurianualidad, movilidad) y reformar educación, justicia, vivienda, etc.
Uno piensa que este tipo de sugerencias las suelen hacer economistas que, desde su cátedra, no están demasiado cerca de la realidad empresarial cotidiana. Ojalá tuviéramos mejor educación, mejor justicia, una administración más ágil (lo de privatizar las cajas de ahorro no me parece una idea adecuada). Ojalá pagáramos menos impuestos (lo de abaratar el despido me parece que no soluciona gran cosa). Pero me temo que, para salir de la crisis, esto no es nuclear.
Para empezar, los empresarios deberían distinguir entre gasto (acción de gastar: emplear el dinero en algo) e inversión (acción y efecto de invertir: emplear, gastar, colocar un caudal). Como vemos, las definiciones del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no ayuda mucho. Un gasto es una salida de fondos sin más; una inversión espera una rentabilidad más allá de un ejercicio económico.
Las empresas, más allá de esperar mejoras fiscales y abaratamiento de los despidos, deberían invertir en lo que le asegura la supervivencia: mejor calidad directiva, clima laboral, TIC, gestión del desempeño, compensación variable, meritocracia, satisfacción de los clientes, exportación, marca renombrada…
Y la Administración pública (más de 3 millones de funcionarios) debería optimizar su función, con gestión del desempeño, calidad directiva y retribución variable.
Desgraciadamente, muchas compañías están “cerrando el grifo” en formación y desarrollo, en marketing estratégico, en TIC, en clima laboral, en expansión, innovación, exportación. Ante semejante “anorexia corporativa” no les espera nada bueno.