En Cinco Días, Paz Álvarez y Santiago Millán, y Laura de Cubas en Infoempleo, se ocupaban de Expomanagement: “El equipo es el mejor motor para el cambio”. Y en Expansión, Clara Ruiz de Gauna, de Un país con casas de cemento, paja y madera:
“Si del amor al odio hay un paso, a nosotros nos ha bastado el ritmo de una geisha para pasar del todo a la nada. Hace menos de cuatro años, se hablaba de un milagro llamado España.
En poco tiempo, habíamos pasado de ser un país gris apenas iluminado por el sol del turismo para convertirnos en un mercado brillante con micrófono abierto en los auditorios de la economía. Los medios extranjeros coloreaban nuestro impulso y nos ponían en la pizarra como ejemplo para los países europeos de nueva generación que, como Polonia, soñaban con imitar el modelo español.
Es cierto que este sistema flojeaba por culpa de unos cimientos temblorosos que se construyeron demasiado deprisa. Pero también es cierto que España se hizo grande gracias al ímpetu de bancos, constructoras, empresas de servicios, operadoras de telecomunicaciones y eléctricas que se apoyaban en pilares tan sólidos como los romanos.
La clase empresarial consiguió, en aquellos maravillosos años, que nos despojáramos de nuestros complejos y que fuéramos casi tan altos como los alemanes, los franceses y los ingleses. Fue Telefónica la que compró O2, fue Santander el banco que se hizo con Abbey y fueron las eléctricas españolas las que reordenaron el mapa energético mundial. Estas compañías construyeron casas de ladrillo y cemento, que se mantuvieron en pie cuando vino el lobo.
Porque el lobo vino. Y se llevó por delante las casas de paja y madera para poner punto final a un cuento que se acabó sin perdices. Eso es, al menos, lo que nos están contando. Del sueño español, hemos despertado en la pesadilla nacional. Aquellos que se maravillaban de nuestro empuje nos echan ahora a los pigs y nosotros, casi sin cuestionárnoslo, nos bajamos rápidamente del podio y asumimos el papel de perdedores.
Desde el Gobierno se propone un cambio radical del modelo y los expertos nos dicen que lo de antes no funciona, que nuestras virtudes son hoy nuestros defectos. ¡Claro que hay datos objetivos que subrayan el pesimismo y que advierten de la necesidad de una metamorfosis!
En sólo dos días, por ejemplo, compañías como Vodafone, Yell y Burberry han tenido que recortar drásticamente el valor de su negocio en España. Por no hablar de la cantidad de grupos nacionales que se ven incapaces de seguir adelante. Pero seguimos contando con empresas en alza, grandes y no tanto. Telefónica gana más dinero que nunca gracias a su afán de diversificación geográfica y una firma aragonesa llamada Eissound ha creado un mando que ha conseguido colarse en el universo Apple.
Puede que antes no fuéramos tan listos, pero seguro que ahora no somos tan tontos. El cuento será posible si nos apoyamos en las construcciones firmes y si, en lugar de promover demoliciones masivas, reforzamos con cemento las casas de madera y paja. Porque, si nosotros mismos no creemos en nuestra capacidad de trabajo, ni la empresa más sólida resistirá el soplido del lobo.”
Sí, como solemos repetir en Eurotalent, habrá ganadores (con casas de cemento) y perdedores (con casas de paja y de madera, en lo que al talento y su gestión se refiere).