Se nos ha ido Vicente Ferrer i Moncho, todo un santo. Nacido en Barcelona en 1920, vivió su juventud entre la capital catalana y Gandía, le tocó luchar en la guerra civil a los 16 años (en “la quinta del biberón”), participó en la batalla del Ebro, fue internado en campos de concentración (Argelès sur mer, Betanzos) en 1939 y tras la contienda inició sus estudios de derecho. Pero le atraía más ayudar a los necesitados (pobres, marginados, enfermos), por lo que ingresó en la Compañía de Jesús en 1944. Se hizo jesuita y dejó la carrera jurídica. Llegó a Bombay (hoy Mumbai) a los 32 años, como misionero. En realidad, tenía que completar su formación jesuítica, pero en la misión de Manmad empezó a conocer de primera mano las necesidades de sus vecinos e ideó un sistema según el cual se daba una pequeña cantidad económica y el asesoramiento técnico necesario a los campesinos para que obtuvieran agua para sus cultivos. Los campesinos devolvían las cantidades sin intereses. Era “el milagro de dar” (microcréditos en los inicios de la década de los 50).
Vicente Ferrer organizó pequeñas cooperativas, bancos de semillas, sistemas de regadío, etc. y construyó un hospital, dos colegios y residencias para un millar de alumnos. Esta fantástica labor (divulgada como “la revolución silenciosa” por la principal publicación de la India) le granjeó las iras de algunas clases dirigentes, que promovieron que se le expulsara del país. El 27 de abril de 1968 recibió una orden de expulsión por la que en 30 debía abandonar la India.
Esta escandalosa situación provocó un movimiento campesino, al que se unieron intelectuales y líderes religiosos, coordinados por Madu Metha, una de las personas más influyentes de Mumbai. Más de 30.000 campesinos recorrieron los 250 kilómetros que distan Mumbai de Manbad para exigir justicia. La primer ministro Indira Gandhi accedió a entrevistarse con Vicente Ferrer y, tras reconocer su gran trabajo, declaró: “El padre Vicente Ferrer marchará al extranjero para unas cortas vacaciones y será bien recibido otra vez en la India”.
Pero Vicente mostró la valentía de los grandes líderes. A los tres días de llegar contaba ya con una casa, vacía y a medio construir, que convirtió en cuartel general. De una de las paredes desnudas colgaba un cartel que decía: “Espera un milagro”. Este mensaje profético, cuyo origen nunca llegó a conocer, supuso un nuevo acicate para seguir adelante. En marzo de 1970 dejó de pertenecer a la Compañía de Jesús y ese mismo año contrajo matrimonio con Anne Perry, una periodista inglesa que había permanecido a su lado desde el conflicto de Manmad.
¡Qué gran empresario, qué enorme líder, qué persona tan generosa, que extraordinario talento! En vida, Vicente Ferrer ha recibido numerosos reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia (1998), el de Español Universal (también en 1998), el de Miembro de la Comisión de Erradicación de la Pobreza, del Gobierno de Andhra Pradesh (2000), la Creu de St Jordi de la Generalitat de Catalunya, (2000), el Premio Derechos Humanos del Consejo General de la Abogacía Española (2000), entre muchos otros. Fue declarado Personaje destacado de la historia del siglo XX por la UNESCO, en el 2001, poseía la Gran Cruz de la Orden Civil de la Solidaridad, del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales de España (2002), el Premio al Espíritu Olímpico del Comité Olímpico Español (2002) y fue nombrado Doctor Honoris Causa, por la Universidad Politécnica de Valencia (2000) y la Universidad de Huelva (2001). Premio Quijote universal (2007). Este 2009 recibió Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil otorgado por Gobierno español y el Premio Català de l’Any, otorgado por El Periódico de Catalunya.
Podemos conocer más sobre su vida y su obra en los libros Vicente Ferrer: La revolución, de Alberto Oliveras (2003), El encuentro con la realidad, del propio Vicente Ferrer (2003) y Un pacto de amor. Mi vida junto a Vicente Ferrer (2009), de su esposa Anna Ferrer. Los que queramos que su labor prosiga, podemos colaborar con la Fundación Vicente Ferrer (www.fundacionvicenteferrer.org), que se define como “una organización humanista que preconiza la filosofía de la acción”, su lema es “Transforma la sociedad en humanidad”, apadrina a más de 120.000 niños, llega a unos 1.900 pueblos y cuenta con unos 155.000 cooperantes.