Tras dar la Bienvenida Joaquín Calvo a los asistentes (unas 90 personas), me ha dado la palabra. El título de la conferencia, de 30 minutos, ha sido Liderando la incertidumbre: las personas como ejes de las decisiones empresariales. De nuevo, como ayer en Valencia, Talento e Incertidumbre (el Liderazgo, entendido como Talento para dirigirnos a nosotros mismos y dirigir a los demás). Pero los asistentes eran bien distintos: en este caso, personas que, con la que está cayendo, tienen la valentía de invertir tiempo y dinero realizando un enorme esfuerzo para dar un salto cualitativo en su desarrollo. Profesionales que inician un nuevo futuro.
El primer escalón es el de La Ilusión. Para Langui, “Un sueño, un deseo, una posibilidad, un paso, un salto, una carrera, una meta”. He recordado que en castellano Ilusión tiene una acepción positiva gracias a Espronceda y los románticos y he compartido un consejo de Langui: “No te conformes”. Ilusión, Pasión, Entusiasmo. Esencial en nuestras vidas.
El segundo escalón es el del Esfuerzo. “A veces la suerte no está de tu lado, pero que no se diga que no t’has esforzado”, diría Langui. Huir de la rutina, convertirte en mejor persona. He contado aquello que suele decir Leopoldo Abadía, que la cultura del esfuerzo (hoy reivindicada) es la cultura, porque sin esfuerzo no hay cultura. Y he recordado aquella frase de Samuel Johnson: “Donde la esperanza no existe, no puede existir el esfuerzo”: Esfuerzo e ilusión van de la mano.
El tercer escalón, La Alegría. “Asómate con alegría a cada cosa que hagas”, nos dice Langui. Qué maravilla que el himno de Europa, la 9ª sinfonía de Beethoven, contenga la “Oda a la alegría” de Schiller. Europa es ante todo Alegría. Optimismo, reírnos, saber reírnos de nosotros mismos.
El cuarto escalón es La Amistad. He recordado a Aristóteles, el primer gran coach (puesto que lo fue del joven Alejandro Magno), para quien la amistad era una areté (una virtud) o algo muy parecido y que diferenciaba tres tipos de amistad: la de los niños (jugar juntos), la de los viejos (intereses) y la de las personas maduras: la amistad como autenticidad, como generosidad… Amistad sin prejuzgar, con sumo respeto. La Amistad es la sal de la vida. Langui presume de sus amigos, de lo feliz que le hacen, y todos deberíamos hacer lo mismo.
No hay quinto malo. Este escalón es el de La Vocación (para Langui, el hip hop). La Vocación, la llamada. Bangui quería ser futbolista (no pudo ser) y le enganchó este tipo de música que le permite componer, atinar con las palabras y rebelarse contra lo que considera injusto. He recordado lo que nos enseñó el gran Baltasar Gracián, que cualquiera sería feliz si descubriera su verdadera grandeza.
El sexto escalón de Langui es La Valentía (él lo llama “El Miedo”, pero para superarlo). He incluido la cita de Nelson Mandela que Fernando Riaño me puso en la dedicatoria de 16 escalones: “El coraje no es la ausencia de miedo, sino inspirar a otros a sobreponerse a él”. Tenemos que vencer el miedo.
El séptimo, Superar las barreras. Para Langui, son las arquitectónicas (como, por ejemplo, cuando tuvo que recoger su Goya, que le costó un mundo). Nos conciernen a todos, como comunidad humana. Hemos de acabar con ellas.
El octavo escalón es el de un tipo especial de barrera, La Exclusión y la Compasión. Por tanto, Evitar la Exclusión. Langui nos recuerda en su libro que la Compasión la define el Diccionario como “Sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades y desgracias”. Las personas con otras capacidades no quieren que se les tenga compasión, sino respeto, dignidad, colaboración. Quedan muchos apartheid, cuando la diversidad enriquece.
El noveno escalón es La Soledad, la Reflexión. Estar en paz con uno mismo, meditar. Previa al “Eureka”, al descubrimiento. El décimo, El Equilibrio (de vida). Avatar, la película más taquillera de la historia, nos presenta un planeta integrado, en equilibrio, que no quiere cambiar su modo de vida “por unas cervezas y unos vaqueros”. Es dar sentido a nuestras vidas, huir del consumo desaforado. Aprende a priorizar, rodéate de buenas energías, busca el equilibrio natural y fomenta un legado para las siguientes generaciones, nos recomienda Langui.
El 11º escalón es El Humor. “Utilízalo siempre que puedas”, aconseja Langui. El humor potencia la creatividad, la autoconfianza. Es el poder de la risa y del pensamiento positivo. El 12º, La gestión de los silencios: Es la escucha atenta, la discreción, la serenidad, la importancia de un diálogo interno. He recordado las palabras de Quevedo: “No he de callar, por más que con el dedo…” y las de S.M. El Rey en la Cumbre Iberoamericana: “¿Por qué no te callas?”
El 13º escalón es el de Los recuerdos y la identidad. La memoria está en el sistema límbico, ligada a las emociones. “Yo sé quién soy”, dijo El Quijote, en frase que entusiasmaba a Unamuno. “Recordar une”, escribe Langui, porque “todo se vive con mayor intensidad si se abre el corazón al alma de los recuerdos”. Recordar, sin abusar de la añoranza, porque “uno es viejo cuando sus añoranzas superan a sus sueños” (John Barrymore).
El 14º escalón es El Destino. He recordado que “éxito” proviene de exit, salida. Que el éxito no llega por casualidad, que es cuestión de fe, de confianza. “La intuición es una de las mejores armas para luchar a favor de tu destino” (Langui), que nos recomienda no estancarnos y mantener el espíritu de lucha.
El 15º es La Recompensa. El premio al esfuerzo. Las organizaciones han de ser meritocracias y, como apuntaba Einstein, tratar de ser “no personas de fama, sino personas de valor”. “Disfruta de la experiencia de vivir”.
Y el 16º y último escalón de Langui, El Amor. Para nuestro autor, “Amor tierno, amor dulce, amor desconcertado, amor desconfiado, amor enloquecido, amor propio, amor filial, amor abstracto, amor platónico, amor fraternal, amor universal”. El Amor te hace sentir bien, es la respuesta a muchas preguntas (yo diría que a casi todas) y, a diferencia del Red Bull, “te da alas”.
Tres reflexiones finales junto a los 16 escalones de Langui. Que no estamos en una época de cambios sino un cambio de época, que Talento es poner en valor lo que uno sabe, quiere y puede hacer (Marketing y Talento están indisolublemente unidos) y que, citando a José Antonio Marina, “La ética es el modo más inteligente de vivir”. Reconectando con el libro de Juanma Roca sobre los MBAs, la ética no es una asignatura, es todo el programa. Es la forma de actuar, haciendo lo correcto.
Simón Reyes Martínez Córdova, DG de ESIC, recordó a los asistentes que ESIC se fundó hace 45 años no a imitación de las “Business Schools” de EEUU sino buscando que los profesionales de nuestro país mejoraran en marketing y ventas, en el Colegio Fray Luis de León por las tardes tras las clases habituales. ESIC cuenta con 1.600 alumnos de postgrado, una editorial con 30 títulos anuales y 3 revistas especializadas. Una Escuela pegada al Mercado, que desde hace 20 años imparte Masters especializados, con 7 campus con sede propia una cultura propia “y que se juega los cuartos”. Simón ha dicho que el éxito en los negocios no puede oponerse a los planteamientos éticos y que la dignidad no se opone a la eficacia empresarial. “En ESIC buscamos formar BUENOS PROFESIONALES, pero sobre todo PROFESIONALES BUENOS”.
Ha sido un acto que me ha encantado. Después, en el cóctel, he tenido la suerte de charlar con muchos de los alumnos, que están ilusionados y esperanzados con su futuro. En el coche, ya de vuelta a casa, Joaquín Calvo me ha comentado que hubiera venido Langui a participar. Una estupenda idea, que espero lograr en un futuro no muy lejano.