Deliciosa la cena en familia (con mi hermana Cristina, mi cuñado Carlos y mi sobrina mayor, Carolina) en el Silk de nuestro buen amigo Cipri Quintas, el rey del networking, donde coincidimos con la gran abogada y amiga Myriam González Navarro y sus amigas canarias Lidia y Leticia. Mi gratitud a Cipri, a su equipo, y a esta fiesta de amistad.
Uno de los libros que adquirí en la última visita a La Central de Barcelona fue ‘LA AUTOMATIZACIÓN Y EL FUTURO DEL TRABAJO’, del historiador económico Aaron Benanav, profesor de la Universidad Humboldt de Berlín, experto en el mercado laboral, el desempleo y la desigualdad.

Desde el discurso de la automatización (“las máquinas están llegando”), hay miedos recurrentes. Pocos empleos (la participación del trabajo en los ingresos de las economías del G7 ha caído drásticamente). Benanav sostiene que la disminución de la demanda de mano de obra en las últimas décadas se debe a un estancamiento económico, no al desarrollo tecnológico, que la subdemanda de mano de obra se manifiesta como desempleo persistente, que se seguirá aceptando que los trabajadores estén mal pagados, y que se podría crear un mundo de abundancia incluso sin automatización.
Vivimos, explica el autor, una paradoja de la productividad. Menor peso del empleo en el sector industrial, exceso de capacidad de producción, estancamiento económico por agotamiento del motor de crecimiento, falta de alternativas y desarrollo tecnológico ilusorio.
Un libro con 14 gráficos y 3 tablas que explica por qué el “ascenso de los robots” provoca determinado desempleo.

Como sabes, me gusta distinguir entre “trabajo” (instrumento de tortura del Imperio Romano) y “empleo” (implicarnos en nuestro talento). La tecnología creo que provoca un doble efecto “Termiantor” (los robots acaban con el trabajo humano, lo automatizan) e “Ironman” (la tecnología potencia el talento, multiplica el empleo). La diferencia está en el talento y como consecuencia, en su desarrollo, en la educación. No hay inversión más rentable.

Y hoy, almuerzo con un amigo en El Oso, uno de los restaurantes asturianos más típicos de Madrid. A pesar de las buenas temperaturas, no hay que despreciar nunca una fabada bien hecha.

La canción de hoy, ‘Firework’ de Katy Perry. “Baby,you’re a firework”.