Anoche [email protected] [email protected] [email protected] me invitaron a una “tortillada”, con arepas de diferentes sabores (queso de cabra, pavo, etc) y tortillas de huevo de avestruz que equivale a 36 huevos de gallina. Mi gratitud a [email protected] [email protected] por su alegría y amistad.

Mientras desayunábamos ayer, mi hija Zoe y un servidor estuvimos dialogando sobre las similitudes y diferencias entre dos de las series de Netflix de mayor éxito. Me refiero a la coreana ‘El Juego del Calamar’, un fenómeno que tiene a medio mundo en vilo, y la española ‘La Casa de Papel’, cuya quinta temporada finalizará en diciembre.

Nos tememos que ambas simbolizan el paso del capitalismo al talentismo, la nueva era en la que el talento, y no el capital, es el motor de transformación. ‘La Casa de Papel’ no dejaría de ser una peli más de aventuras, de ladrones (el robo a un banco, al Banco de España’ y ‘El Juego del Calamar’ una “death game movie” (como Battle Royale o Los juegos del hambre) si no fuera por su dimensión moral, por sus dilemas éticos sobre el dinero y la felicidad. Por si todavía no has visto ‘El Juego del Calamar’, aquí tienes el tráiler:
¿Dónde estarían las claves?
- El juego, Ambas series son juegos, evidentemente. En La Casa de Papel (LCDP), [email protected] participantes dominan el juego; en El Juego del Calamar (EJDC), el juego les domina a ellos. En la vida como en la empresa, o estás alienado (trabajo) o conduces tu vida (empleo de tu talento). Tú decides. Moraleja: Ilusionarse proviene de “jugar” (“ludere” en latín), pero el juego lo debes elegir TÚ.

- El dinero como motivo. El ascensor social, en estos tiempos, prácticamente está estropeado. O te toca la lotería (un juego) o te espera una vida muy difícil. En EJDC los 456 jugadores pretenden salir de una vida miserable, sin más; en LCDP, los integrantes de la banda se elevan como personas. La diferencia está en el crecimiento personal, en su desarrollo. Moraleja: si bien la libertad financiera es esencial, el dinero es un medio y nunca un fin en sí mismo por el que obsesionarse.

- La identidad. Unos son números (EJDC) y otros nombres de ciudades (LCDP). Engranajes de una maquinaria o auténticos seres humanos. La imagen es determinante. Aunque ambos vayan “uniformados” (con la careta de Dalí, en el caso de LCDP), muestran realidades opuestas. Moraleja: “Yo sé quién soy” (Don Quijote).
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- El Equipo. En EJDC, todo está diseñado para el individualismo, para impedir que realmente se conformen equipos (grupos humanos que generan sinergias). En LCDP, sin equipo no hay victoria. Moraleja: la sostenibilidad del ecosistema: son los equipos los que se adaptan y sobreviven, porque ante todo somos seres sociales.

- Liderazgo. Un talento especial que marca la diferencia. El Profesor de LCDP es un líder-coach cuyo estilo es equilibrado y completo, desde las orientaciones para obtener la implicación a la didáctica, pasando por el ejemplo, la credibilidad de sus valores y su autoridad moral. El capataz de EJDC, sin rostro, se limita a dar instrucciones no negociables, como un robot y sin piedad. ¿A quién se parece tu jefe? Moraleja: No hay líder sin equipo ni equipo sin líder.

- Estrategia. La del equipo de LCDP es conocida y compartida. Una visión con un propósito, una misión y unos valores que incluye un plan de acción y escenarios. La de EJDC es desconocida y alienante. En un mundo tan incierto, no podemos añadir incertidumbre por falta de estrategia. Moraleja: las personas que te acompañan en el proyecto (empresarial, vital) deben conocer la estrategia para alcanzarla.

- Diversidad. Prácticamente inexistente en la serie coreana (un pintoresco anciano, una norcoreana, una chalada, un indio). Y, por supuesto, no hay inclusión. En la serie española es amplia: de género, de orientaciones sexuales, de edades, de experiencias, de procedencias. La uniformidad mata. Moraleja: Sin Diversidad e Inclusión (de la de verdad: visible, tangible e intangible), la Innovación brilla por su ausencia.
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- Visibilidad. La isla que reúne a los parias de EJDC es secreta, está oculta; los juegos son vergonzantes. [email protected] protagonistas de LCDP quieren mostrar visiblemente (luz y taquígrafos) que otro mundo es posible, ante la injusticia manifiesta. Moraleja: Ya no hay lugar donde esconderse.

- Ética. En EJDC, [email protected] participantes en el juego abandonan sus principios (antes de ser [email protected] al mismo, pasan por una prueba humillante y bochornosa en la vida real) por la promesa de una riqueza desmesurada. En LCDP los valores son integradores e innegociables. Moraleja: “La ética es el modo más inteligente de vivir” (José Antonio Marina).

- Aprendizaje. EJDC nos muestra, sin filtros, la crueldad del capitalismo salvaje y extremo, la plasmación económica y social del “Homo Homini Lupus” de Hobbes. Un asco. En LCDP aprendemos el valor de la esperanza, del talento colectivo, de la valentía. Moraleja: Aprendamos que el coraje es el camino del corazón.

Espero que Netflix reúna a Álex Pina, el creador de ‘La Casa de Papel’, y Hwang Dong-Hyuk, de ‘El Juego del Calamar’ (12 años con el proyecto) para que compartan sus puntos de vista. Aprenderemos mucho de su sensibilidad creativa.

Mi gratitud y sano orgullo por mi hija Zoe, que va camino de convertirse en una gran economista del talento. Las premisas de la Ciencia Económica del pasado (la absurda idea de que somos 100% racionales y no emocionales, guiados por el exclusivo interés individual) no sirven… y ya no se las cree nadie. Son tiempos de economía conductual, de libertad, equidad y solidaridad. Centenials como ella marcarán la pauta con una ayuda real al desarrollo.

Los temas musicales de hoy corresponden a las bandas sonoras de las dos series. El “Bella Ciao” de LCDP,
y el ‘Fly Me to the Moon’, interpretado por Joo Won. “In other words, I Love You”.