Gran farol. La vida es como el póker

Fin de semana ampliado del CoCo (Constitución y Concepción), que emplearé para descansar, ante la perspectiva prenavideña: Comunidad Valenciana-Baleares-Galicia-Murcia.

Anoche, al volver de Málaga, comencé a ver la parte final de ‘La Casa de Papel’. SENSACIONAL. “El Profesor ha jugado la mayor partida de póker de la historia”. Más allá de la ficción, esta serie es un símbolo del triunfo del talento como sucesión del capitalismo. La picaresca creó el sistema capitalista en el siglo XVI (‘El Lazarillo de Tormes’ fue escrito por Alfonso de Valdés, secretario de cartas latinas del emperador Carlos y erasmista convencido), con la llegada del oro desde América. La picaresca en el país, el nuestro, de mayor calidad de vida (comida, clima, compañerismo, cachondeo) le está dando la puntilla. Es el triunfo del Humanismo.

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Volviendo al póker, he estado leyendo ‘El gran farol’ de María Konnikova. Nacida en Moscú hace 37 años, es licenciada en psicología por la Universidad de Harvard y doctora por la de Columbia. Profesora de la NYU (Universidad de Nueva York), escribe en The New Yorker y ha publicado, entre otros, ‘Cómo pensar como Sherlock Holmes‘, que comenté en este blog en agosto de 2018. Mientras se documentó para este libro se hizo jugadora internacional de póker y ganó más de 300.000 $ en varios torneos.

De nuestros logros, ¿qué parte es azar y qué parte es talento?, es lo que le interesaba a la autora, que conoció a Erik Seidel, el campeón de póker más discreto del mundo cuya partida cuando era principiante (contra Johhny Chan, hace 33 años) inspiró la de película Rounders (1998), con Matt Damon y Edward Norton. “No se trata de jugar a las cartas, sino a jugar con el hombre”.

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En esa búsqueda filosófica del equilibrio entre la suerte y el control de la vida que llevamos, Konnikova descubrió que los principiantes sobrevaloran su control sobre los acontecimientos. El fallecimiento de su abuela o la pérdida de trabajo de su madre o de su marido fueron hechos fortuitos. “Nuestras experiencias nos enseñan, pero no nos enseñan bien”. “La vida real consiste en farolear” (John Von Neumann, padre de la Teoría de juegos). El póker tiene una base matemática, pero la ventaja te la da la intencionalidad humana.

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De las variantes del póker, María eligió el Texas Hold’em sin límite. Erik Seidel le confirmó que el autocontrol es esencial (el mentor de Konnikova ha sido Walter Mischel, padre de la gratificación postergada con el “experimento del marshmallow”). Masha, como la llama su familia, aprendió que el póker no es sólo apostar y que parece fácil. La mejor mano gana el 12% de las veces (Ingo Fiedler, economista). Kahneman, el premio Nobel, considera que invertir es más tirar dados que jugar al póker. Gerolamo Cardano (1501-1576), experto en probabilidad, fue el primero en describir este juego, cuyo nombre proviene del alemán “engañar”.

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El jugador superagresivo, en el póker como en la vida, puede ganar a corto plazo pero suele perder las partidas. La ventaja de la derrota es que te otorga una visión objetiva que el éxito no te concede. Nada es personal. “La belleza del póker radica en las alucinaciones te castigan”. ¿Se cumple la regla de las 10.000 horas (Anders Ericsson)? En el caso de las hermanas Polgar en el ajedrez, sí. Se trata de alcanzar una “mente de estratega” y de no jugar ni agresivamente ni con miedo (el equilibrio del justo medio). “En el mundo del póker, Erik es la libélula. No se pavonea ni se da aires (…) Se limita a observar”. Se toma tiempo, no se precipita. Elige cómo y cuándo. Porque se trata de ganar todo lo que puedas con las buenas manos y perder lo mínimo con las malas, dejando el miedo en la puerta.

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En este “mundo de hombres”, Maria Konnikova nos hace partícipe de su primer torneo, un buen entrenamiento para Las Vegas. La pasividad te da una falsa sensación de seguridad, pero te lo pierdes. Al parecer, las mujeres se ven penalizadas si piden más (Hannah Riley Bowles, experta en negociación de la Universidad de Harvard). “Cuando las mujeres actuamos de un modo más femenino, evitando la confrontación, no estamos siendo estúpidas sino más inteligentes”.

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Maria Konnikova cita El Quijote. El póker te aparta de tus engaños y te lleva más allá de la “zona de confort”.

Olvídate de los “malos pálpitos”. En Las Vegas, “un sueño salido de la nada”, es consciente de su fondo (hay demasiados jugadores que se arruinan). Hay expertos que devoran “pescaditos” como tiburones. Céntrate en el proceso, no en la suerte, porque el modo en que pensamos influye considerablemente en nuestro bienestar emocional. El lenguaje puede determinar si el foco de control es externo o interno, si nos sentimos o no dueñ@s de nuestro destino. Es fácil comprobar que el “bad beat” (quejarse) lo impregna todo. Los grandes jugadores no van de víctimas, porque quienes se victimizan no ganan. “Si tu cara sugiere malas cartas, todo el mundo te pasa por encima”. Concentra tu mente no en lo que no puedes controlar (las cartas) sino en lo que sí (tus decisiones). Como “el profesor” en La Casa de Papel.

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No existe lo que llamamos meritocracia. Si tienes libertad para aprender, resulta más fácil. En palabras de W. H. Auden, “Escoger a qué atender es, para la vida interior, lo mismo que una acción para la vida exterior. En ambos casos, el ser humano es responsable de sus elecciones y tiene que aceptar las consecuencias”. Hemos de prestar atención.

Este juego, como la empresa o la vida, va de contar(nos) historias. Cuidado con la arrogancia. María pasa de jugar en Las Vegas a hacerlo en Montecarlo. Ella se siente James Bond y aprende que es una “lectora de almas”. Gana dinero en el torneo. Se declara demasiada confiada en algunas cosas que cree saber. Si quiere tener éxito, debe profundizar en lo que se le da mejor: la gente. Detectar las señales. Michael Slepian estudia los secretos, especialmente cuando queremos guardarlos: las interpretaciones suelen ser peores que lanzar una moneda al aire. ¿Cara de póker? Es una tontería; es puro ruido (Blake Eastman, psicólogo convertido en jugador de póker profesional).

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Se trata de observar si el comportamiento (la conducta observable) coincide o no con lo que el contexto nos está transmitiendo. En el póker, las manos dicen más que la cara. El movimiento más revelador es al inicio de una mano. “No dejes las manos sobre las cartas nunca”. No te comportes como un robot. Antes de cada acción, piensa lo que quieres proponer. La autora trabajó con Walter Mischel en un modelo, el CAPS: Sistema de Personalidad Cognitivo-Afectivo, reformulado en 1995. Más que con los cinco grandes rasgos, la personalidad tiene que ver con el contexto. No hay atajos para la experiencia. Como una representación de la vida en miniatura, en el póker lo importante son las dinámicas. “Todo depende de la situación” (Walter Mischel). Además de analizar a [email protected] demás, hemos de analizarnos a [email protected] [email protected].

Alcanzar la maestría es siempre una lucha en busca del equilibrio. Konnikova va a Río, a su primer Torneo de la Serie Mundial. Le puede el entusiasmo, la energía de la sala y se gasta cinco entradas de 565 $. Dos semanas allí, con una pérdida de más de 6.000 $ en total. Sigue mejorando, con su “perseverancia irracional” (Kahneman): a veces son las manos que no juegan las que te llevan a ganar. “El arte de soltar puede ser muy poderoso”. Frente a los espejismos, replanteamiento crítico. Atentos al efecto Dunning-Kruger: cuanto menos sabemos de algo, más competentes nos sentimos. “Cuando te sientas a jugar, te expones íntimamente”. Autoestima, autoconfianza, identidad, ¿ego? Tilt es dejar que las emociones incidentales afecten a tu proceso de toma de decisiones. Dejas de pensar de forma racional.

Es el “estado de ánimo como información” (Schwarz y Clore). Las emociones que tienen una magnitud considerable tratan de imponerse como sea. Conviene anticipar la emoción para cortarla de raíz. “El tilt provoca que tu peor versión salga a la luz”. La autora confiesa la constante preocupación que tiene de temer decepcionar a los demás. Miedo a cometer errores, a ser juzgada, a parecer estúpida. Con las victorias, la confianza en sí misma crece… lentamente.

Finalmente, los días de gloria. “No seas un pescado” que devoran los tiburones. “Pájaro a pájaro” (Anne Lamott). Una mano cada vez. No juegues como una persona hambrienta. Encuentra “el honesto equilibrio entre coraje y suerte” (E. B. White).

Konnikova ganó su primer torneo internacional el día de su aniversario de boda. “Creer es un arma poderosa. Nuestro estado mental es muy importante en nuestra manera de actuar”. En Macao está en racha, sin poder discernir qué parte es suerte y cuál capacidad. Y el póker le da una última lección: cuando no pones el límite, la vida lo pone por ti. MK perdió el oído y la vista; sufrió una apoplejía. Durante un tiempo, su cuerpo estuvo fuera de su alcance.

“¿Cuál es el gran farol, el mayor de todos? Que la capacidad puede ser suficiente. Esa es la esperanza que nos permite avanzar en aquellos momentos en los que la suerte se nos muestra reacia, la fantasía útil que posibilita que sigamos adelante en lugar de rendirnos”. La riqueza de esta experiencia no fue el dinero, sino el aprendizaje: en el autoconocimiento, el desarrollo, la fortaleza emocional.

Un libro estupendo que, con la metáfora del póker, ayuda a reflexionar sobre el talento (capacidad por compromiso en el contexto adecuado) y su relación con el puro azar. Mi gratitud a Maria Konnikova y sus mentores.

EL GRAN FAROL | MARIA KONNIKOVA | Casa del Libro

La canción de hoy, ‘Stupid Something’ por Robbie Williams y Nicole Kidman. “And then I go and spoil it all/ By saying something stupid like “I love you”. Spoiler.

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