Preparo este viernes la semana que me llevará laboralmente a Castilla-La Mancha (Toledo) y Andalucía (Algeciras), además de varias reuniones virtuales de preparación de proyectos. Las navidades, éstas de Ómicron, ya han tocado a su fin. Nos quedan diez semanas de invierno.
Como economista del talento, el triunfalismo sobre los datos de empleo en España me da mucho que pensar. Según Funcas, los afiliados a la Seguridad Social ascendieron el pasado diciembre a 72.000 personas respecto al mes anterior (62.000, si desestacionalizamos el dato), lo que supone un total de 19.824.911. Es el incremento más bajo desde mayo. Dado que el PIB nacional cayó un 10,8% en 2020, ¿Cómo es posible que se haya recuperado el empleo, si el turismo, nuestro motor nacional, todavía echa a faltar a más del 60% de sus visitantes y dos tercios de los autónomos no han vuelto a la situación prepandémica según la ATA?

Ayer, Gonzalo Velarde en El Economista resaltaba que ‘El sector público tapa los 310.000 empleos menos tras la pandemia‘. Se refería a los 100.000 puestos de trabajo del sector privado perdidos, los 102.548 profesionales todavía afectados por un ERTE (que ya de temporal tiene poco) y los 108.000 autónomos con ayuda por motivos de la pandemia. Casi nada.
Sí, el empleo creció en el cuarto trimestre un 2,9% y un 4% en el tercero, pero las administraciones públicas son responsables de casi el 50% del empleo generado. De 476.000 puestos de trabajo, nada menos que 234.000. De hecho, en actividades sanitarias y servicios sociales, unos 150.000 trabajos. Daniel Lacalle considera que, durante la pandemia, por cada empleo privado en España el sector público ha creado dos. Así, el nivel de 3.105.905 desempleados de diciembre de 2021, el más bajo desde 2007, desgraciadamente no es tan halagüeño como nos hacen creer. Del 1,6 millones de contratos del pasado mes de diciembre, el 89% fueron de carácter temporal.

Ignacio Faes, también ayer y en el mismo diario económico, resaltaba la caída de la productividad, verdadero cáncer de la economía española, hasta niveles alarmantes: un 6,6% menor que antes de esta crisis sanitaria. Las horas trabajadas aumentan más que la actividad, lo que revela algo insólito y muy preocupante. ¿Por qué la productividad española es tan baja? Básicamente, porque está concentrada en sectores poco productivos, de bajo valor añadido (hostelería, servicios) y por la mala calidad directiva en general (nº 43 del mundo según el Foro Económico de Davos, algo impropio de una de las 15 mayores economías del planeta). “El crecimiento de la productividad es la variable clave para el crecimiento sostenido a medio y largo plazo y para el bienestar social” (informe del Banco de España). La conexión entre productividad, aprendizaje y auténtico liderazgo es innegable.
Por otro lado, los más de 3 millones de desempleados (12 millones en el conjunto de la Unión Europea) son sólo una cara de la moneda. La otra es la escasez de talento, que se ha convertido en penuria en todo el continente y por supuesto en nuestro país. Vicente Naves, el 3 de enero y también en El Economista, se hacía eco de “la curva de Beveridge“, en honor al economista británico que estudió la relación entre desempleo y vacantes. El desfase no tiene precedentes históricos, como ha resaltado Thomas A. Lubik, investigador del FED (Banco de la Reserva Federal, EE UU). El Covid ha provocado en Occidente un “círculo loco”.

Las vacantes crecen más, mucho más, de lo que decrece el desempleo (2,6% del total en la Eurozona en el tercer trimestre de 2021). Y además, 2021 fue el año de “la Gran Resignación” (The Great Resignation) y este 2022 las cosas van a empeorar: [email protected] profesionales cada vez toleran menos la falta de ilusión, de atractivo del proyecto, de liderazgo en quienes mandan, cuando no el clima laboral asfixiante, la poca dignidad, la escasez de diversidad e inclusión, de desarrollo y aprendizaje, de lucha por el bien común. La falta de empresas excelentes, en definitiva.
Entretanto, en este país nuestro tan polarizado en que politizamos todo (o peor, lo ideologizamos), el debate sobre la Reforma Laboral se ha convertido en otro “patio de vecindad” cuando no en una “matanza de Puerto Hurraco”.

Escucho a muy pocos economistas contarnos que la crisis de 2008 y la de 2020 sólo coinciden el descenso del PIB, por otro lado un indicador muy poco fiable para definir subidas y bajadas de la economía, como su creador, Simon Kuznets, puso de manifiesto hace 60 años.

La crisis financiera de 2008, el estallido de la burbuja inmobiliaria y crediticia, se resolvió con deflación social. Se salvó a quienes la habían creado y la pagó el factor trabajo frente al capital. La actual crisis sanitaria, medioambiental, económica y social no se puede resolver por deflación social. Las fuerzas GTCT (Globalización, Tecnología, Clientes y Talento) obligan a que se resuelva apostando decididamente por el talento: por su atracción, por su fidelización (experiencia de talento), por su desarrollo (learnability), por la diversidad/inclusión y el liderazgo digital. Los enfoques mezquinos, de “low cost” y bajo valor para el cliente, llevan inexorablemente a la decadencia. Entre tanto, la CEOE pide (5 de enero de 2022) acelerar la llegada de los fondos “Next Generation” y adaptarlos a la economía real. Me temo que no lo verán sus ojos, porque el que parte y reparte… “Portugal ha lanzado convocatorias de ayudas y licitaciones de contratos por valor de 3.592 millones de euros, un 28% del total de los fondos asignados al país. En España, esa cifra se sitúa en torno al 13%, según la patronal. Además, Portugal ofrece “máxima transparencia” en la actualización de los datos de ejecución, adjudicación y pagos. (…) Francia había comprometido hasta agosto el 47% del total del Plan y había desembolsado el 30% de la dotación total del Plan, una cifra que en España era del 2% en la misma fecha. Para evaluar la ejecución, Francia también ha creado un comité de evaluación con presencia de “múltiples agentes” que emiten un informe periódico de seguimiento. En España existe ese informe periódico, pero la CEOE lamenta su falta de detalle y la ausencia de agentes externos al Gobierno.” Cualquier parecido con nuestra realidad (86% reformas, 14% inversiones) es pura coincidencia.

El tema musical de hoy, de Christopher Cross, ‘Best that you can do’ (Lo mejor que puedes hacer), banda sonora de ‘Arthur, el soltero de oro’.